Portavoz influyente, si eres lo que dices
Lo primero es antes, así que portavoz que escucha bien habla mejor e influye más. Escuchar para comprender y no solo para contestar es un hábito y, por tanto, no se improvisa. Además, supone una condición básica de la inteligencia contextual que permite ver más allá de lo inmediato, tangible y racional. Esta capacidad implica que, si no escuchas con el corazón, no diriges con la cabeza.
La portavocía corresponde, formalmente, al profesional designado para ello, pero realmente afecta a todo empleado de cualquier empresa. Pertenecer a una organización es ser portavoz en potencia, incluso más creíble cuando la reputación corporativa se tambalea, como sucede en no pocas crisis. Con más motivo, la Alta Dirección ha de formarse en estas lides… seguir leyendo