Enrique Sueiro
InnovaSpain, octubre 2012
Innovar es aprender a pensar, escuchar, observar, actuar, pedir perdón, rectificar… Si este proceso no es entrañablemente humano, ¿puede resultar económicamente sostenible? Innovar rima con ilusionar, empezando por uno mismo porque la vida o se renueva o no es.
In-novar me sugiere que lo nuevo debe empezar dentro: nada mejor que hacer coincidir ser y parecer. Aflora lo que crece dentro y, cuando las raíces carecen de profundidad y solidez, las ramas disimulan mal su vulnerabilidad.
Tanto para personas como para organizaciones, innovar facilita vivir, reconciliarse con la realidad, admitir que uno puede enfermar y aceptar que –sí o sí– ha de morir. Este último recorrido del currículum asusta más cuando, por falta de innovatio vitae, uno aprecia un balance desigual entre esterilidad y fecundidad, personal y corporativa.
Todas estas consideraciones no me parecen muy sofisticadas. Sin embargo, cuando las expongo en conferencias y sesiones de formación, algunos directivos las perciben como innovadoras, motivadoras… Al hablar procuro aportar, al escuchar siempre consigo aprender.